Estos días estoy intentando rememorar mis vivencias anteriores: antiguas experiencias, impresiones, viajes… me apoyo en la gran cantidad de fotografías que tengo de todos los meses, me es difícil recordar muchos detalles; detalles que hacen especiales estas vivencias.

Estoy repasando especialmente las fotos de mi Erasmus. Parece que fue ayer pero son momentos y fotografías con más de un año. Pocas son las fotos que me traen un recuerdo claro. Supongo que la mezcla de tantas situaciones diferentes, todas ellas vividas muy intensamente, seguidas y condensadas en el tiempo hace que recordarlos con nitidez resulte imposible.

Por lo menos puedo apoyarme en y, con el añadido de la época digital en la que vivimos, que me permite poder hacer 100, 200 o 400 fotos sobre una misma experiencia. De hecho, tengo unas 8.000 fotografías de mi año en Bergen. Hace no tantos años, esto era impensable (un carrete tenía tan sólo 24 o 36 fotos) Además, no se compartían fotos en Internet.

Me pregunto si no será nuestra generación la que ha perdido la habilidad de recordar. Si no nos habremos malacostumbrado a poder acceder a nuestros recuerdos a golpe de ‘clic’.

¿Qué quedaría de nuestros recuerdos si, de pronto, todos los datos desaparecieran? Igual entonces, y sólo quizás, volveríamos a aprender a recordar.