El año 2013 ha sido un año marcado, sobre todo, por mi Erasmus de un año en Bergen. Año con muy buenas experiencias y que en esta entrada intentaré resumir. Antes de nada, tengo que decir que mi memoria es bastante pésima y la mayoría de las cosas las recuerdo porque tengo una o varias fotos del momento. Por lo que puede que me equivoque en alguna cosa o que olvide acontecimientos importantes que en este momento no recuerdo. Si eso paso tendréis que perdonarnos a mi cabeza y a mí por el descuido. Muchas experiencias, por el contrario, las he omitido siendo consciente de ello dado que no concordaban con la idea general que tenía para esta entrada. Eso no significa que no hayan sido importantes para mi, simplemente me sería imposible contarlo todo.

El año lo comencé entre Burgos y Valencia, durante las vacaciones de navidad, después de haber pasado un semestre en Bergen. Fue un tiempo de descanso y para recuperar las energías perdidas por la falta de luz solar y la lluvia constante.
Bergen es una ciudad muy bonita pero también es la más lluviosa de Europa. Desde prácticamente verano hasta la Navidad estuvo diluviando casi todos los días. A eso hay que añadirle que durante el invierno sólo hay cinco horas de luz. Por lo que es una ciudad en la que a veces se hace duro vivir, sobre todo para la gente que somos de la zona mediterránea de España.

En enero, nada más regresar a Bergen, me comentaron de hacer un viaje al Trolltunga e intentar acampar a -20/-30 ºC y yo me apunté. Nunca me olvidaré de ese viaje y, menos aún, del sitio por donde subimos. En este viaje me di cuenta de que no estaba preparado aún para ese tipo de aventuras. Dos de los que íbamos casi aparecen congelados al día siguiente. Nos quedamos sin agua porque la mayoría se nos congeló. Por lo que tuvimos que hacer las sopas con nieve. Aunque la peor parte para mi fue ver como un noruego que estaba bajando por esa especie de escaleras por la que bajábamos, resbaló sin llegar a caerse. Eso hizo que tuviera que pasarme una hora bajando con el culo pegado al suelo de lo que me temblaban las piernas. En definitiva, el viaje podría haber acabado mal pero supongo que tuvimos algo de suerte.
Fue la primera vez que conduje un coche con ruedas de invierno por encima de carreteras nevadas y heladas. Aunque pueda parecer que no, es muy seguro conducir con ese tipo de neumáticos. Ahora ya puedo decir que he conducido por carreteras heladas.





Febrero y Marzo me los pasé mayoritariamente en Bergen, sobre todo lo pasé en la residencia donde vivía. El único viaje que hice, que no por ello menos importante, fue uno que preparó Juanmi, un buen amigo de Ciudad Real, a Oslo. Éramos Ana, Juanmi y yo, en coche desde Bergen. Un viaje donde visitamos enclaves curiosos como una panadería con un sótano donde se dice que nació el Black Metal.
Una vez que has visto otras ciudades de Noruega y visitas Oslo te das cuenta de la gran diferencia que hay entre la capital y el resto de poblaciones. Para mí, Oslo es el único lugar de Noruega que me pareció una ciudad.





Junio fue el mes en el que hice dos viajes.
Por un lado, unos cuantos, recorrimos la zona de Stavanger, al sur de Noruega. Ocho personas en una furgoneta alquilada y durmiendo en ella o en tiendas de campaña durante dos noches. La idea era subir a la montaña de Kjerag pero, por el mal tiempo, sólo unos pocos se atrevieron. Los demás, recorrimos la zona en coche.
El segundo viaje fue a Trondheim y pudimos hacerlo gracias, en parte, a Lau. Lau es una chica valenciana que conozco de Cullera, que en unos días estará viviendo en Oslo, pero por aquel entonces vivía en Trondheim. Ella fue la que nos acogió en su residencia. Aunque el motivo principal por lo que se planteó el viaje fue porque encontramos unos billetes de avión muy baratos de Bergen a Trondheim.
En ese viaje pude experimentar lo que es ir a una cabaña en medio de la naturaleza. Esa fue una de las mejores experiencias de Noruega. Era una cabaña sin electricidad, con sauna, un kayak y un lago justo al lado.
Trondheim me pareció una ciudad encantadora, que al ser bastante pequeña, es muy tranquila.








Julio fue un mes que me lo pasé entre dos países y con muchos viajes en avión. Tenía que volver a España a examinarme, pero no quería que fuese un adiós definitivo por lo que volví. En mi primer regreso a España, visité el pueblo del Castillo de Guadalest, en Alicante. Luego volé otra vez a Bergen y aproveché los días paseando por Bergen.
Y, no podré olvidar el viaje en coche a alguno de los glaciares de noruega en compañía de Aurora y Arnau. 1000 km. conduciendo por el país en un viaje totalmente improvisado, pero que fue uno de los mejores donde, por destacar varias cosas, vimos un glaciar de cerca, pasamos la noche en una hoguera al lado del glaciar y dormimos en ese mismo sitio.



Al final me tocó regresar y fue cuando tuve mi primer contacto, ya de adulto, con la ciudad de Barcelona. Me enamoré de la vida de uno de sus barrios, el Barrio Gótico.







A la vuelta a Cullera veía las cosas con otros ojos y durante el verano me dediqué a fotografiar las costumbres y tradiciones de Cullera y alrededores. Así como los pueblos cercanos.



Agosto también fue un mes en el que me lo pasé recorriendo la costa alicantina con Guillem y Marta. En mi opinión es una de las zonas más bonitas de la costa mediterránea. Ahí fue cuando tuvimos que dormir en una tienda de campaña, en un camping abandonado que nos aconsejó una pareja muy simpática de la zona tras haber estado buscando por las cercanías un buen lugar, en el que pudiésemos dormir sin miedo a que nos multara la policía.
También estuvimos en un festival de heavy metal que había en la zona, el cuál era nuestro destino original, pero que modificamos a nuestro antojo y sobre la marcha. Ahí fue donde nos reencontramos algunos amigos que habíamos vivido en Bergen ese año.



En noviembre, coincidiendo con Halloween o el Día de Todos los Santos, tenía una cita en Barcelona donde nos reunimos amigos de varios países en una casa en la que Guillem, nos dejó amablemente alojarnos a unos pocos. Tuve la suerte de que eran días festivos en el barrio y pude disfrutar del espectáculo nocturno de los Diables del Poble Sec, también conocido como ‘els correfocs’. Era mi segunda visita y creo que ya tengo una idea general bastante buena de la ciudad. Con esta segunda visita me terminé de enamorar de ella.



Y el año lo he acabado, volviendo a Burgos, la ciudad de mi infancia y adolescencia. Donde además de ver a la familia estuve con buenos amigos del instituto a los que sólo veo una vez cada uno o dos años. Menos a uno de ellos, que hacía tres o cuatro años que no sabía nada de él. Con ellos, el último día antes de volver a Valencia, hice un viaje hacia el norte de Burgos donde visitamos pueblos típicos castellanos como Tobera con sus cascadas de agua e hicimos una ruta por el Parque Natural de los Montes Obarenes y San Zadornil.
Esta ruta ha sido una buena forma de despedirme de Burgos y también del año. Ojalá este año 2014 sea igual de intenso o más que el anterior.
3 comentarios en “Resumen fotográfico del 2013”